Función cognitiva en adultos con daño cerebral adquirido en fase crónicarelación con la actividad física y el sedentarismo
- Margalida Coll Director/a
- Timothy Peter Morris Codirector/a
Universidad de defensa: Universitat Autònoma de Barcelona
Fecha de defensa: 26 de julio de 2022
- Olga Bruna Rabassa Presidente/a
- Laura Aldavert Vera Secretario/a
- César Venero Núñez Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
El daño cerebral adquirido (DCA), principalmente los accidentes cerebrovasculares (ACV) y el traumatismo craneoencefálico (TCE), constituye la primera causa de discapacidad en adultos. Las secuelas del DCA pueden persistir años después de la lesión (fase crónica), con las consecuencias que ello conlleva para el sistema de salud y a nivel personal, familiar, social y económico. Las secuelas más comunes afectan a las esferas cognitiva, comunicativa, motora y sensorial. Los tratamientos de neurorrehabilitación multidisciplinares cuentan con una sólida evidencia, pero su eficacia podría potenciarse con la combinación de estrategias adicionales. La investigación en modelos animales ha puesto de manifiesto que el ejercicio físico puede ejercer efectos neuroprotectores y neurorreparadores y mejorar la función cognitiva tras un DCA. Además, tanto en población sana como en personas con déficits cognitivos parece haber una asociación entre la cantidad de actividad física en la vida cotidiana y la función cognitiva. Por ello, el ejercicio y la actividad física podrían contribuir a la rehabilitación cognitiva en personas con DCA. El presente trabajo consta de dos estudios. En el primero se examinó la evolución de la función cognitiva y de la calidad de vida a lo largo de un año, antes y después de implementar una intervención supervisada con ejercicio físico aeróbico, en una muestra de adultos con TCE severo en fase crónica. El segundo estudio examinó la asociación entre, por un lado, la cantidad de actividad física y sedentarismo, y, por el otro, la función cognitiva, la calidad de vida y la funcionalidad motora en personas con ACV. Además, se administró telerrehabilitación cognitiva durante 24 semanas mediante la plataforma NeuronUP. En el primer estudio el programa de ejercicio físico supervisado se asoció a un incremento de la actividad física en la vida cotidiana (registrada mediante acelerometría). De manera parecida a datos previos con personas con TCE en fase subaguda, se hallaron correlaciones muy bajas entre medidas subjetivas (escala de Borg) y objetivas (porcentaje de frecuencia cardíaca de reserva) de intensidad del ejercicio. El segundo estudio se realizó con una muestra de pacientes con ACV en fase crónica durante la pandemia por Covid-19, con lo que no resultó posible aplicar ninguna intervención presencial. Se hallaron correlaciones significativas positivas entre el nivel de actividad física (mediante acelerometría) y la ejecución de diversas pruebas cognitivas. Sin embargo, esta asociación sólo era significativa en los pacientes más jóvenes (menos de 60 años). Además, la dirección de la asociación era contraria en hombres y mujeres (en éstas, sorprendentemente, algunas funciones cognitivas correlacionaban positivamente con una mayor proporción de tiempo sedentario respecto al tiempo de deambulación). El nivel de adherencia a la telerrehabilitación fue elevado, especialmente durante las 12 primeras semanas de intervención y en aquellos participantes que habían estado recibiendo rehabilitación presencial antes de la pandemia. La estimación subjetiva de tiempo sedentario y de actividad física (mediante cuestionario) mostró una correspondencia muy pobre con el registro acelerométrico. En ambos estudios los pacientes experimentaron mejorías en algunas funciones cognitivas, aunque el diseño no permite atribuir estas mejorías a las intervenciones aplicadas. Los datos obtenidos apoyan la noción de que implementar programas para promover la actividad física y reducir el sedentarismo podría potenciar los beneficios de la rehabilitación cognitiva en personas con DCA crónico. Sin embargo, es necesario investigar a fondo las posibles diferencias de sexo/género o edad (entre otros factores), con el fin de adaptar estos programas de manera más individualizada en función de dichas diferencias. El diseño de los programas también debe tener en cuenta que en personas con alteraciones cognitivas asociadas a DCA las medidas autoinformadas de ejercicio y actividad física pueden resultar poco adecuadas.