El centro Parroquial del Barrio de las Flores y sus pequeñas cosas

  1. Prieto González, Nuria
Libro:
II Congreso Pioneros de la Arquitectura Moderna Española: Aprender de una obra: Actas digitales de las Comunicaciones aceptadas al Congreso
  1. Couceiro Núñez, Teresa (coord.)

Editorial: Fundación Alejandro de la Sota

ISBN: 978-84-606-7879-3

Año de publicación: 2015

Páginas: 480-490

Congreso: Congreso Pioneros de la Arquitectura Moderna Española (2. 2015. Madrid)

Tipo: Aportación congreso

Resumen

Por las mañanas, temprano, los gatos deambulan por la entrada mientras un hombre pasea a su perro, a media mañana un par de mujeres se encuentran de camino al supermercado y charlan. Hacia mediodía un grupo de jóvenes se sienta bajo las pasarelas ponen música en el móvil y fuman, al final de la tarde varios vecinos ya jubilados se sientan en el muro en que da el sol mientras vigilan a sus nietos que juegan en el parque. Son esas pequeñas cosas que suceden en torno a un edificio, escenas sencillas que determinan la percepción que los usuarios tienen de él. Ajenos o no a la trascendencia arquitectónica del edificio, los vecinos comprenden el lenguaje del espacio compuesto por José Antonio Corrales y lo utilizan. Esta pieza de arquitectura moderna es elegida como fondo latente de las escenas cotidianas del barrio, incorporando el edificio de manera natural a la rutina diaria durante tantos años que pone de manifiesto la eficacia del diseño. Analizar los detalles del centro parroquial de Corrales permite aprender la estrategia proyectual que se esconde tras una obra de arquitectura moderna. El centro parroquial del Barrio de las Flores se enmarca dentro del Plan Parcial del Polígono de Elviña, desarrollado en la década de los sesenta en Coruña. El barrio fue planificado por un grupo de cinco arquitectos: Andrés Fernández Albalat, José Antonio Corrales, Jacobo Losada, Ignacio Bescansa y José Luque Sobrini, los cuales se distribuyeron las unidades del barrio. El entorno presentaba la dificultad añadida de que bajo él cruzaba un oleoducto, lo que provocó que el centro del barrio se concibiese como un parque con equipamientos. El Centro Parroquial fue diseñado por José Antonio Corrales. En la década de los sesenta el planteamiento de los edificios religiosos sufre variaciones como consecuencia del Concilio Vaticano II, que modifica aspectos sustanciales de la liturgia. El edificio diseñado por Corrales en 1974 resuelve la urbanización exterior a través de su disposición en la parcela y en relación al resto de edificios, mientras que interiormente soluciona las particularidades de la nueva liturgia que propone una actividad religiosa más social. El planteamiento inicial, en palabras de Corrales, es un �anfiteatro, con una pequeña capilla de diario con un altar y una corredera que podía incluso abrir la capilla al conjunto�. A partir de este elemento el resto del conjunto se resuelve con una serie de cubiertas paralelas entre sí y respecto de la unidad vecinal, conformando una volumetría fragmentada que trabaja la escala del edificio poniendo en relación el interior con el exterior. La solución constructiva resulta ingeniosa, utilizando las vigas de la estructura para introducir luz natural, en combinación con muros de hormigón y estructura metálica. A pesar de la historia particular de este edificio, afectado por el abandono y las circunstancias del barrio en algunos momentos, forma parte de un conjunto moderno reconocido. Y es en la actualidad una lección de arquitectura que sólo es descubierta al recorrerla y observar los pequeños detalles cotidianos que suceden en ella.