La obra dramática de Juan Mayorga (1989-2009)teatro histórico-político y teatro social

  1. Abizanda Losada, Carmen
Dirigida por:
  1. José-María Paz-Gago Director

Universidad de defensa: Universidade da Coruña

Fecha de defensa: 12 de diciembre de 2013

Tribunal:
  1. José Nicolás Romera Castillo Presidente/a
  2. Pilar Couto Cantero Secretaria
  3. Margarita Piñero Vocal
  4. Magdalena Cueto Pérez Vocal
Departamento:
  1. Letras

Tipo: Tesis

Teseo: 352774 DIALNET lock_openRUC editor

Resumen

La tesis doctoral La obra dramática de Juan Mayorga (1989-2009), de la que es autora Carmen Abizanda Losada y que fue dirigida por José María Paz Gago, aborda el estudio de la obra de este dramaturgo entre 1989 y 2009 y la clasifica en los apartados de "Teatro histórico-político: textos clave", "Teatro político-social: textos breves" y "Teatro social: textos extensos". Los textos clave comprenden cuatro obras del autor: Siete hombres buenos, El jardín quemado, Cartas de amor a Stalin y Camino del cielo. En ellas se hace presente la lucha del ser humano contra el poder que trata de aniquilarlo. Sus piezas breves, que se incluyen en el teatro político-social, condensan el imaginario del autor, sus grandes temas como la lucha entre opresores y oprimidos o el racismo hacia el que es diferente. En estos textos breves destaca la correlación con otros más extensos. Ocupa, además, un espacio destacado el antibelicismo, el pacifismo y la defensa de la no violencia, de un teatro plenamente comprometido con lo social. Obras extensas como El sueño de Ginebra o La paz perpetua son dos ejemplos de las doce obras se incluyen en el apartado de "Teatro social: textos extensos" . Parte de estos textos extensos reflejan un tema central en la producción dramática de Mayorga que es el tema de la corrupción. También en algunos de ellos el autor recurre a la humanización para acercarnos de modo más preciso a los conflictos del ser humano. Este trabajo recoge cómo Mayorga se refiere a los espectadores, a los supervivientes de la historia como responsables de sentido y al drama como proceso comunicativo. El autor hace referencia a Heiner Müller y lo compara con Bertolt Brecht en el sentido de que el primero hace teatro político, que expone el conflicto frente a lo pedagógico que añade Brecht. Müller -a decir de Mayorga- entrega el texto a los actores y al director. Son ellos quienes han de crear el sentido, pero añade que los responsables de este son por fin los espectadores, los supervivientes de la historia. En el ensayo de Mayorga "El dramaturgo como historiador" nos desvela cómo el pasado y su representación concierne a los hombres de otras épocas diferentes. Para Mayorga el contenido informativo es lo de menos y esto lo extrapola a cualquier forma artística. No se trata de transmitir información al espectador, sino de que este haga experiencia. El autor considera que el tiempo pasado está ante nosotros tan abierto como el futuro. Como se recoge en este estudio, esta idea está presente también en Buero Vallejo. El pasado que ilumina el presente, que lo subraya, que lo explica, que, como dice Mayorga, lo desestabiliza. Si nos detenemos en la clasificación establecida, especialmente en su primer apartado, nos encontramos con la vinculación entre teatro histórico y teatro político. Piscator entiende que la función del hombre en el escenario es una función social y que hay que considerar al hombre como ser político. Para el teórico alemán lo que pone a la escena en relación con la vida es lo político, lo económico y lo social. Mayorga señala cómo lo interesante del teatro histórico es contar lo que los historiadores no han visto y contarlo desde otra perspectiva, desde abajo, y esto es lo que lleva a cabo en sus obras llamadas más claramente teatro histórico. "Todos los hombres son mis contemporáneos independientemente de su fecha de nacimiento", considera el dramaturgo. Y esta afirmación la hace desde un gran respeto por las víctimas, las víctimas de la historia. Los personajes, temas e intriga tienen raíces históricas pero también políticas. Y es político porque ese pasado histórico conlleva un presente político. Casi todos sus textos denuncian la violencia, pero especialmente su teatro histórico. "Yo creo que el mal es la violencia -dice Mayorga- , y la violencia está acechando permanentemente, por supuesto en la relación de un hombre con el estado, pero también en la relación de un hombre con un amigo suyo, o de un hombre o una mujer con su pareja". El autor considera que la violencia contamina la vida social cuando alguien trata de anular a otro. Se refiere al "no matarás evangélico" que hace extensible a otras maneras de matar, a la violencia latente en algunas relaciones humanas. Mayorga considera como tarea moral del arte en general y del teatro en particular mostrar esa violencia. La crítica a la violencia y la defensa del pacifismo se ponen también de manifiesto en sus textos breves, en un teatro que refleja el compromiso social. Mayorga manifiesta que el valor de la obra teatral no depende de su extensión, sino de su capacidad para transmitir experiencia y de su intensidad.